martes, 2 de noviembre de 2010

En carrera

El primer año de facultad fue idílico: había encontrado mi lugar en el mundo. No obstante, ese momento de apertura mental tan luminoso no duraría mucho más que eso: en el segundo año empece a aburrirme, a sentir que me faltaba algo, que necesitaba aprender más. Las materias teóricas súbitamente pasaron de ser fascinantes a estar "bien" y mis compañeros me parecían en general aburridotes. Yo era una una persona conflictiva y rebelde y necesitaba por lo menos ir en un horario menos tradicional para no sentir que seguía llendo al colegio.
Comencé a ir al turno noche, donde la gente dibujaba considerablemente mejor que los de la mañana y por interés, me pasé a ese horario. Habían más varones lo que me pareció refrescante, en especial porque yo hacia grabado y tenía más compañeros que compañeras. Quedé admirada con algunos de los chicos que me parecieron increíbles dibujantes.
Eventualmente, para no quedarme atrás, empecé un taller de dibujo y grabado donde me dijeron textualmente que lo que hacia era un perfecto desastre. Y sí, el turco tenía razón, no se me iban a caer los anillos por sentarme a dibujar y redibujar una forma simple, si quería ser una artista tenía que romperme el culo y eso me quedo más que claro después de ese primer día en el Zahuán. 
Me tomo un buen rato aprender a ser observadora y detallista (cualidades fundamentales para ser dibujante y grabadora) porque soy una persona arrebatada y torpe que quiere que todo pase ya. Tiempo después de comerme muchas puteadas, porque este turco era un patriarca autoritario, finalmente me convertí en una buena dibujante, hoy me consta a mi y a mis colegas. Dejé de ir al taller de este hombre porque realmente nos llevábamos muy mal, y me pareció que ya no tenía sentido tolerar su caracter horrible y sus comentarios misóginos que me sacaban de quicio. Paradógicamente su machismo fundamentalista me estimuló a seguir interesándome por los problemas de género y alimentó mi mal carácter. Una vez que salí de ahí no lo quice ver nunca más, aunque lo recuerdo como la única persona que realmente me había enseñado la disciplina del dibujo: conocimiento, entendimiento y memoria. 
Después de este recorrido había llegado a varias conclusiones: mis compañeros de la facultad no dibujaban tan bien; yo, un poco mejor... pero me faltaba algo. Quería decir cosas a través del arte, me quería quejar, quería mandar al turco a la mierda y llegué a la conclusión de que el arte no tenia una función social directa, que era solo para entendidos y que me quemaba las pestañas laburando para que cada tanto alguien cuelgue mis cosas en alguna galería... UY! EL ARTE NO CAMBIA EL MUNDO! que lo parió che... Acabo de darme cuenta...
Y otra cosa, los lugares de exposición son bastante impenetrables, hay que participar de ellos sin duda, pero definitivamente había que buscar otros medios. No quería tener que esperar que un salon X me aceptara para que la gente viera lo que hago. La exposición es la parte más importante de la obra, sino se expone no pasa nada, esa es la verdad. Tras haber movido bastante obra por varios lados entendí que eso no era de lo único que quería hacer conmigo y mis hijos-obra (recomienza el conflicto).


Título:"Adentro mío".
Técnica: xilografía.
Año de ejecución: 2008.
Publicada en revista Xilón nº 62.





L.P.F.

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